No crean que porque las obras que acometemos no sean suntuosas ni se vean, en muchas ocasiones - son menos importantes. ¡NO!
A continuación transcribimos un relato de Jorge E. Bayter
"Recuerdo que cuando fui gobernador, en la visita oficial al Club Rotario de Pamplona, me invitaron, con mucha timidez, pensando quizá, que era algo insignificante, a visitar la cárcel para hacer entrega a los reclusos de una greca grande, con todos los utensilios e implementos necesarios. Aparentemente fue algo de poca importancia, pero ¿Se imaginan ustedes lo que significa para un recluso tener la oportunidad de prepararse un café caliente en horas de la madrugada, con el intenso frío de Pamplona?
Quisiera compartir con ustedes una historia que nos narraron a los Gobernadores electos en la Asamblea Internacional de San Diego.
Una mañana, un hombre viejo y sabio caminaba por la playa. Deseaba caminar tranquilo, a solas con las reflexiones propias de un señor mayor. A lo lejos divisó una niñita que parecía estar bailando. Al acercarse más y más a él se percató de que la niña no estaba bailando. Se acercó aún más y vio lo que verdaderamente hacía. Recogía estrellas de mar, una a una, y las arrojaba de nuevo al océano .
Al acercarse el hombre a la niña le preguntó: ¿Qué estás haciendo? Y ella respondió: Devuelvo las estrellas al mar. La marea está baja y si las dejo en la arena se morirán.
El anciano dirigió una mirada a la playa en toda su inmensidad y vio que había estrellas de mar por todas partes. Pero si hay miles de estrellas y tantos kilómetros de playa ”indicó”. La marea se está retirando rápidamente y tú eres la única que los ayuda. ¿No te das cuenta de que tu empeño es en vano? No puedes resolverles ningún problema a las estrellas de mar.
Mientras el hombre mayor hablaba, la niña no dejaba de agacharse a recoger las estrellas y lanzarlas al agua, recogerlas y lanzarlas... Cuando el anciano dejó de sermonear, la niña se irguió y lanzó otra estrella más. Le sonrió al anciano y afirmó: A esa estrella sí que le resolví un problema... Y el hombre se dio cuenta de que a la niñita no le faltaba sabiduría y razón.
Cuando acometemos una tarea que parece demasiado inmensa, sólo puede comenzarse de una manera, desde donde estamos. Miramos a nuestro alrededor y pensamos en la horrenda tragedia que agobian a la humanidad a diario y nos resulta abrumadora. Nos preguntamos por dónde comenzar y cómo comenzar a marcar una diferencia.
Al igual que la niña que lanzaba al agua las estrellas, tenemos que comprender que aunque no podamos hacerlo todo, debemos hacer algo. Debemos entender que salvar una sola vida es muchísimo mejor que no salvar ninguna, y si no podemos salvar diariamente a 30.000 niños, quizá podemos salvar a 1, 2 o tal vez 10. Y sabemos cuán valiosa es una sola vida.
Efectivamente la tarea puede se descomunal pero cuando entendemos los problemas, sabemos dónde y cómo comenzar. Debemos empezar por las causas profundas de las múltiples necesidades en nuestras comunidades. Nuestra tarea comienza donde podemos hacer más bien. Decidimos dónde concentrar nuestro esfuerzo con los cálculos más sencillos posibles, dónde podemos aliviar mejor sus necesidades y salvar más vidas a largo plazo con los recursos que tenemos.
Haremos todo lo posible para distribuir nuestros recursos equitativamente y a considerar detenidamente en qué forma podrían lograr aún más. No nos preocuparemos por lo que podría verse mejor en el periódico o lo que podremos mostrarles a quienes visiten nuestra ciudad. Valoraremos la vida de los que nos rodean, ojalá tanto como valoramos la vida de los que viven en nuestro hogar.
Y cuando reflexionemos sobre nuestras decisiones, consideremos sólo las cuestiones prioritarias y urgentes, sin que en nosotros influya el orgullo ni el anhelo de reconocimiento. Mantengamos nuestra mente fija en nuestra meta: Tratar de brindarles un futuro mejor a los que tanto necesitan de nuestro esfuerzo y que los tenemos a nuestro lado aunque muchas veces no queramos percatarnos de ello.
Es por ello mis amigas y amigos, que debemos comenzar con algo¦ ¡Pero comencemos! Trabajemos con las manos, el corazón y la mente; en equipo y con entusiasmo; perseverancia y mística para Fortalecer Comunidades y Unir Continentes.
Jorge E. Bayter
Instructor Distrital
PGD 2006-2007 D4270