¿Qué lugar ocupa ROTARY en mi vida?

Respecto a este interrogante, que me plateara como consecuencia de la pregunta que me formuló un amigo sorprendido por nuestra dedicación a Rotary, sostendré que para los rotarios Rotary "no ocupa lugar", sino que "juega un papel". Y trataré, en las siguientes pocas líneas, de justificar fundamentadamente esta aseveración.

Lo que ocupa un lugar (y un consecuente tiempo) en nuestra vida es el Rotarismo, entendiendo como tal a la materialización, al cumplimiento del ideal de Rotary.

Rotary - y a mi personal juicio- no es, como se lo suele definir, "un grupo de hombres y mujeres que etc. etc…" sino, mucho más que eso, un ideal, un paradigma de vida. Que como todo lo ubicado en el plano de los ideales ("las esencias", diría Aristóteles) requiere, para materializarse en "acto", un vehículo. Así entonces, el acto que materializa la esencia rotaria es la amistad y el servicio y el vehículo que lo induce y lo posibilita es el club rotario, sus miembros. El rotarismo será entonces el proceso humano de concreción de aquellos ideales compartidos.

Entiendo que este modo de considerarlo- por otro lado, totalmente adscrito a mi personal posición filosófica- preserva a la idea "Rotary" de las inevitables imperfecciones del hacer humano. Y le otorgan esa permanente vigencia que ha sido, y a lo largo de cien años, el faro que guió las acciones altruistas de millones de hombres en el mundo.

Resumiendo: en mi vida, Rotary juega el papel de paradigma, de sistema de valores que, conjuntamente a "los naturales" y "los morales" (vuelvo a Aristóteles…) guían mis acciones en este mundo.

Y el rotarismo, aquel "hacer Rotary" ha ocupado y ocupa, en crecientes proporciones, un importante lugar en ella. Brindo a él todo mi empeño, más tiempo del que en realidad dispongo y mi permanente voluntad de servir. Frecuentemente (¡Ay!!) sin todo el provecho que quisiera.

Debemos hacer Rotary. Podríamos sostener que no basta con ser Rotario, sino que debemos concretar en acciones esos principios. Yo, personalmente, estoy persuadido que ser rotario implica la acción. Un axioma que he acuñado en mi vida rotaria me guía permanentemente: "Rotary no solo debe existir, debe suceder"

A poco de culminar estas breves reflexiones, recordé la pregunta que alguna vez propusiera el EGD David Schabelman: ¿Se puede hoy ser rotario en nuestro país?

Declaro enfáticamente que sí, aunque preferiría extender mi aseveración y decir que "se debe". En una circunstancia como la presente, con valores distorsionados, con fe y esperanza claudicantes, con conductas salvajes que canibalizan cada ámbito de nuestro hacer, el poderoso faro capaz de guiar positivamente nuestras acciones es Rotary. Y, maguer que nuestra humana calidad les atribuyan imperfecciones, ser rotario es el camino para concretar nuestros ideales de convivencia, participar en su formulación y perfeccionamiento.

Y, en síntesis, ¿vale ello la pena? Tanto como puede valerla sentirse partícipe de la gigantesca pero no imposible tarea de configurar un mundo mejor. Y, más egoístamente y parafraseando al poeta, como vale la pena sentirse con la mente en el cielo y estar seguro de tener el corazón tierno y las manos limpias.