HISTORIA DE UN CASCO QUE VOLVIO DE MALVINAS



2 de Febrero del 2006 [06:10 hs], aeropuerto de Santiago de Chile, allí
comenzaba el viaje que había soñado toda mi vida, después de varios tramites
burocráticos finalmente la Embajada de Gran Bretaña aprobó mi visa para
viajar a Malvinas.Yo no tenia motivo aparente para realizar ese viaje según
las autoridades británicas, pero tampoco había motivo justificable para
negarme la visa. Pero eso no fue todo, no conformes con ponerme mil trabas
para darme la visa luego me tocaría pasar por la discriminación mas
descarada que habría podido imaginar en mi vida. LAN CHILE, la única
compañía aérea por la cual se puede llegar a Malvinas me cobraba 4 veces mas
el valor del pasaje, solo por el hecho de ser argentina. Era mas que
evidente que todo se complotaba para que desistiera de la idea de viajar,
pero no lo iba a hacer de ninguna manera, yo tenia que viajar sí o sí.

Asi que pague lo que me pidieron y no tuvieron mas que darme mis pasajes.
Esa noche dormí en el aeropuerto de Santiago hasta que se hiciera la hora de
abordar el avión. Una vez abordo y ya pasadas un par de horas, aterrizamos
en Río Gallegos, paradójicamente Argentina tiene el puente aéreo prohibido
hacia las Islas, pero los boeing de Lan no tienen un tanque de combustible
lo suficientemente grande como para abastecer a la nave en todo el trayecto,
por lo que obligatoriamente paran en Río Gallegos a cargar lo que les falta
para poder seguir hacia Puerto Argentino, o Puerto Stanley, como actualmente
lo llaman, aunque todos sepamos que su nombre siempre va a ser Puerto Argentino

Cuando estábamos en Gallegos, la azafata se me acercó y me
preguntó si era la pasajera argentina, le conteste afirmativamente
presintiendo que tal vez me pusieran alguna traba mas para llegar al lugar,
pero no, la asistente solo se limito a informarme que
por cuestiones de seguridad la Embajada de Gran Bretaña dictaminó que no
podría hospedarme en una hostería común sino que estaría bajo custodia
británica y que la misma me estaría esperando en la zona de arribos del
aeropuerto.

Tal como me lo habían notificado había dos oficiales aguardando
mi arribo, el Tte. de Paracaidistas Justin Libstone, oriundo de
Berkshire (Inglaterra) y recién llegado a su puesto desde Afganistán,
y el Tte. de los Royal Marines Mark Boghart. De inmediato cargaron mi equipaje en
una van verde que utilizan en sus unidades y me llevaron al que seria mi
gran hotel spa 5 estrellas ... La base de los Royal Marines en Moody Brook,
nada mas y nada menos que la emblemática base que tomáramos aquel 2 de abril
de 1982 ... Las coincidencias empezaban a aparecer asombrosamente en mi
historia.





EL PLAN DE VIAJE

Mi principal motivo para estar allí era rendir homenaje a mi gente, aquélla
gente que nunca conocí y que tampoco me conoció ni supo de mi existencia y
con la cual nada nos unía a simple vista, pero si nos hermanaban los colores
de una misma bandera, el amor a una misma patria, la esperanza por un ideal,
el dolor de una derrota y la paz del deber cumplido sin importar los
resultados. Yo quería recorrer todos y cada uno de esos lugares donde los
hombres de mi patria, tal como lo hicieran durante la gesta libertadora,
combatieron con alma y vida por su tierra y por sus derechos,tal como en
aquel entonces en total desigualdad de condiciones, contra un enemigo mayor
en número, en experiencia,en adiestramiento,en tecnología y en armamento. Y
ahí estuvieron ellos, con lo poquito que tuvieran, con lo poco o mucho que
supieran, dando todo de sí por todos los que en ese momento estábamos de
este lado del continente, la mayoría indiferentes a la causa y por todos
aquellos que estuvieran por venir, para que les sirviera de ejemplo, para
que el pueblo aprendiera a valorar su patria sin importar si se ganaba o se
perdía, lo importante de ese ejemplo era que aun sabiendo que se peleaba
contra un gigante, Argentina se ponía de pie para defender lo que le
correspondía, pero claro hoy eso no se tiene en cuenta, es preferible hablar
de Malvinas como una masacre, el genocidio final de la terrorífica dictadura
militar, esa historia contada a medias y sobrepasada de mentiras que todo un
pueblo prefiere creer. El primer día de mi viaje seria destinado a recorrer
los montes Kent, Dos Hermanas, Tableton, Longdon y Tumbledown. Sin lugar a
dudas los lugares mas ensangrentados por la gesta. En el monte Longdon yo
debía cumplir una promesa que había hecho a los veteranos de guerra de mi
ciudad, iba a llevar un par de rosarios a la cruz que estaba en la cima,
pero en las mismas condiciones en las que hubieran estado ellos en el 82.

Después de una larga discusión con los oficiales británicos por no querer
ponerme el equipo de Gore-tex provisto finalmente pude empezar a subir.
Eran12 kms, cuesta arriba, el viento superaba los 80 kms p/h, la
temperatura –2°C y lloviznaba. La ropa mojada y el viento helado eran
insoportables, era un dolor inimaginable. Llego un momento en que ya no
podía moverme, tenia entumecido el cuerpo y ya no sentía las extremidades,
pero aun así llegue a la cima y cumplí con lo prometido. Al bajar no puede
hacer mas que unos cuantos metros, la hipotermia me superó y la fiebre había
llegado a los 40°C, empecé a sentirme mareada y por ultimo me desmayé, por
lo que el oficial Libstone tuvo que cargarme hasta la van para
posteriormente trasladarme a la base. Una vez allí me hospitalizaron ahí
mismo y me pusieron vaya Dios a saber que fármaco mágico en ese suero pero
lo cierto es que a la hora estaba como nueva.

Al otro día, salimos hacia los campos minados de Fitz Roy, solo hay algunas
zonas señalizadas, pero la mayoría no lo están, por lo que es una zona
extremadamente peligrosa. Después de haber estado allí seguimos nuestro
viaje hacia Goose Green, demás esta decir que todo el lugar parece una
escena en pausa a la cual solo le falta la gente, nada en la islas se movió
de su lugar, todo quedo intacto y si se movió, solo lo hizo el viento. Las
imágenes son desgarradoras, cañones, esquirlas, hasta cartas y estampitas
todo esta ahí como en un sueño latente. Pasando Goose Green nos encontramos
con el camino que nos llevaba directo al cementerio de Darwin, a pocos
metros un cartel blanco indica ARGENTINA CEMETERY, no puedo expresar con
palabras la tristeza que causa el solo ver ese cartel.

Cuando llegamos al cementerio me encontré con la desagradable sorpresa de
que un contingente de turistas chilenos estaba allí, sacándose fotos en las
tumbas como si fueran un personaje de Disney, se me revolvió el estomago de
solo verlos, inmediatamente le pedí a Libstone que por favor los hiciera
retirarse del lugar cuando yo estuviera allí, El marine, como siempre, se
opuso alegando que solo eran turistas y que tenían tanto derecho como yo de
estar allí, a lo que me limite a contestar “Esto no es un shopping! Esos son
MIS muertos!”Listone interrumpió la discusión entre el marine y yo y acepto
mi pedido procediendo a retirar al contingente del lugar, quienes se
quedaron detrás del cerco observando todo. Volví a la van, busque mi mochila
y de allí saque una bolsa llena de pins idénticos al de los veteranos de
guerra, 649 pins, uno por cada cruz, uno por cada uno de ellos los cuales no
tuvieron la oportunidad de volver para que se los condecorara, aquellos que
habían dado su vida para que esa condecoración hoy tuviera sentido.
Nuevamente el marine irrumpió oponiéndose me quito la bolsa de las manos, me
dijo que el reglamento prohibía los colores celeste y blanco sobre suelo
isleño, a lo que sutilmente le respondí “intente cambiarle los colores al
cielo Tte, y dígale a Dios que el reglamento no lo permite”, se enfureció de
tal manera, me insulto con todos los agravios de su pobre vocabulario, pero
otra vez, como siempre, salió Libstone en mi defensa, preguntó que sucedía,
el le contó su versión de los hechos, yo solo me limite a apelar a su lógica
pero por sobre todo a su corazón: -“Tte. sepa Ud. que conozco perfectamente
el reglamento y que no es mi intención ponerlo en compromisos, pero con una
mano en el corazón dígame a quien ofendo colocando estos pins en las
cruces? Ud es un hombre de armas, lleva años peleando,y seguramente ha visto
morir a muchos de sus camaradas, no es acaso mayor falta de respeto el no
permitirle a un caído en combate,a alguien que ha dejado su alma peleando
por su patria,tener consigo la bandera por la cual murió? - Se hizo un gran
silencio, Libstone dudaba entre lo que debía hacer y lo que la realidad que
yo cruelmente le había mostrado, finalmente asintió, y no solo eso, sino que
fue el quien me ayudo a poner los pins en las cruces, una por una y ante la
vista de todos. Cuando terminamos, volví a la van y baje un grabador chico
que tenían ellos en la base, había llevado un CD de la Fanfarria ALTO PERU, con el himno grabado. Fui directo hacia la cruz que preside el
cementerio y puse a sus pies el grabador, y ahí comenzó a sonar, esa
introducción majestuosa y hasta omnipotente de nuestro Himno
Nacional, haciéndose oír con las mas hermosa supremacía, frente a
todos, chilenos, británicos y cubriendo de gloria todas esas cruces blancas
que hasta ese día solo habían sido acompañadas por la voz del viento y los
acordes del silencio de la mas absoluta soledad del lugar. Ahí, solo
ahí, preste verdadera atención a lo que nuestro Himno decía, cada una de sus
palabras parecía justa para cada momento. La emoción me embargo por
completo, el llanto casi ni me dejaba cantar, llegada la ultima
estrofa, comprendí que justamente eso fue lo que nunca hicimos, comprender, si
por un segundo nos detuviéramos a analizar esas palabras que tantas veces
cantamos por inercia tendríamos la respuesta mas noble a la eterna y absurda
pregunta popular “Por que tuvimos que pelear en Malvinas? ”Intereses
políticos? tal vez, Demagogia militar? tal vez, pero la verdadera respuesta
estaba ahí: -“ Sean eternos los laureles que supimos conseguir! Coronados de
gloria vivamos ... O juremos con gloria morir”, y claro que asi fue, murieron
con la mayor de las glorias,murieron por su patria,por su gente,por su
bandera, pelearon y murieron en Malvinas por la sencilla razón de ser
ARGENTINOS. Libstone no podía creer lo que veía, de hecho, no lo podía
entender, en su mentalidad estricta y su corazón cegado no cabía la idea de
que alguien sin relación alguna con esas cruces pudiera llorar hasta el
ahogo por esa causa. Se me acerco y con total frialdad intento consolarme
diciéndome “Don´t cry it´s just war”- (no llores, es solo una guerra) - Lo mire
anonadada,y le respondí: " No es solo una guerra, son personas, como Ud como
yo, con un padre, una madre, una esposa y hasta tal vez hijos, hijos sin la
oportunidad de tener a su padre, padres sin la oportunidad de volver a ver a
sus hijos y ni siquiera poder tener una tumba donde llevar una flor ... eso
es!” automáticamente bajo la vista, como avergonzado y no volvió a hablar.

Ya de vuelta en Puerto Argentino,le pedí que me llevara a una capillita a la
cual asistían los veteranos durante la guerra para recibir la misa, la única
capilla católica del lugar ya que en su mayoría son todos
anglicanos. Listone me llevo hasta alli. Una vez dentro vino a recibirnos el
Padre William O´Connelly, un sacerdote católico de Irlanda del Sur, de unos 80
años, el mismo que había estado ofreciendo el santo sacramento en aquella
oportunidad durante el 82. Nos hizo pasar a la sacristía y nos ofreció el
típico te ingles earl grey, pero Libstone no acepto y solo se limito a
quedarse parado en la puerta observando y escuchando la conversación.
Advertí al Padre que conocía los reglamentos y que no era mi intención
causarle problemas, pero que aun conociendo las prohibiciones había llevado
conmigo una bandera de ceremonia argentina y que mi intención era ofrecer
una misa por las almas de los caídos en combate argentinos y que la misma
fuera bendecida durante la ceremonia, de este modo seria la única bandera
nacional bendecida en suelo malvinense. El Padre acepto sin bacilar, por el
contrario manifestó estar orgulloso de poder hacerlo y que la bendición de
Dios no se le niega a nadie, fuera cual fuera su nacionalidad. Durante la
charla empezó a contar todo lo que había vivido en aquel entonces, la capilla
era victima del continuo bombardeo británico, fue prácticamente destruida y
se la utilizaba como hospital de campaña improvisado.-“Vi a hombres llorar
como chicos y a chicos pelear como hombres, pero por sobre todas las cosas
fui testigo de un valor admirable” comento. Libstone ajeno a la
conversación,escuchaba con gran atención. Cuando salimos del lugar me
sugirió la idea de invitar a la población de Puerto Argentino y lo único que
atine a hacer fue a reírme, le dije que en la mentalidad del isleño los
argentinos eran locos invasores y que nadie iba a querer ir, que era
ridículo. Sin embargo insistió, por lo que termine aceptando su idea y lo deje
a cargo pero sin ninguna esperanza de que eso funcionara.
Al otro día, después de haber recorrido la Gran Malvinas y de haberme enterado
que estaba bajo bandera chilena, como premio por su gran apoyo a Inglaterra
en la guerra, salimos de la base hacia Pto Argentino para oficiar la
misa, para mi total sorpresa la capilla estaba llena de gente y en su mayoría
habían llevado ofrendas florales. No podía salir de mi asombro ni tampoco
podía contener las lagrimas. Libstone se acerco y orgulloso de su logro me
pregunto:-“No estas contenta? vino mucha gente” a lo que le respondí que
obviamente estaba feliz por lo que veía,que nunca había pensado que los
isleños pudieran algún día llegar a asistir a un homenaje a caídos
argentinos, pero que lo que me entristecía era que si eso mismo lo hubiera
hecho en cualquier parte del país, la respuesta hubiera sido muy distinta ”ahí
el que no entendió nada fue él, pero bueno eso era algo muy difícil de
explicar. La misa se llevo a cabo, la bandera fue bendecida mientras en el
órgano se entonaba el “Salve Argentina” con las partituras que yo misma
había llevado. Terminada la ceremonia, recibí las ofrendas florales y nos
dispusimos a retirarnos a la base. Puse las flores en los brazos de Listones
y le dije que las guardara que al día siguiente las llevaríamos a San
Carlos. Entonces me pregunto por que habríamos de llevarlas allá,le dije que
quería llevarlas al cementerio inglés, se quedo mirándome sin saber que decir
y solo pregunto- “por que vas a llevarle flores a ellos, mataron a tu gente”
“y mi gente los mato a ellos” le conteste, en una guerra se pierden vidas de
ambos bandos, pero todos son personas comunes y corrientes, a veces sin saber
siquiera la causa por la que se pelea, pero lo mas importante es que mas allá
de cualquier bandera, creencia, religión, ideología política todos se merecen
una flor o un padre nuestro”, no me dijo nada,se le llenaron los ojos de
lagrimas y disimulando me dio un beso en la mano, como quien da las gracias.
Efectivamente al otro día fuimos a San Carlos a llevar las flores, cuando
termine de colocarlas lo tome de la mano y le sonreí, el estaba como
consternado, cuando lo iba a soltar, me volvió a sujetar la mano, me miro a los
ojos y me dijo: -“En los 4 meses que llevo aquí nunca se me ocurrió siquiera
pisar este lugar, y vos les trajiste flores”, - “Desde que llegaste, todo lo que
creí que sabia a la perfección se me desmorono, me di cuenta de que no sabia
nada ... de la vida ... no sabia nada. Hice de la guerra mi modo de vida, peleo
desde que tenia 12 años, no conozco otra forma de vida que no sea esta, pero
nunca vi el lado humano de la guerra, para mi solo era un trabajo y para mi
pueblo un nombre mas en una placa si algún día me llego a morir pero nada
mas que eso. Nunca supe lo que es pelear por defender mi bandera, yo siempre
fui el que ataco, recién con vos aprendí eso. Lo verdaderamente triste es que
yo soy conciente de que nunca voy a tener a nadie que llore por mi de la
forma en la que vos lo hiciste, ni mucho menos que haga todo lo que vos
hiciste aun sin siquiera conocerme, ese es un privilegio que al parecer solo
tienen ustedes.También me di cuenta de lo solitaria que es y va a seguir
siendo mi vida,porque yo se que de acá voy a ir directo a algún otro lugar a
pelear y que clase de vida podría ofrecerle a una mujer o a mis futuros
hijos, un padre ausente o en el peor de los casos un padre muerto, no, seria
muy egoísta de mi parte tener una familia, yo elegí esto y debo afrontarlo
solo” Me dio tanta pena oír todo eso! Lo Vi. tan triste, a ese que creía tan
profesional e insensible, pero si había algo bien claro era que ese viaje nos
había servido a los dos para ver la vida de una forma muy distinta.

Al día siguiente Libstone me llevo el desayuno a la habitación, nos habíamos
hecho muy buenos amigos. Ahí fue cuando me comunico que había pronostico de
temporal para el otro día y que por la probabilidad de que se cerrara el
aeropuerto y se me venciera la visa Debí volver un día antes. Esa tarde
fuimos a un lugar cercano al camino que unía el antiguo aeropuerto de Mount
Pleasant con Puerto Argentino, allí estaban apostadas la mayoría de las
unidades argentinas de infantería y artillería de defensa aérea, los pozos al
igual que todo el resto del lugar estaban intactos, frente a esa imagen se
encontraba el mar, con esas playas de arenas blancas, esas aguas transparentes
y turquesas paradisíacas y pingüinos por doquier. Al lado de uno de
ellos, sobre un puentecito roto me senté a mirar el mar, era mi despedida del
lugar, Libstone me observo algo triste, me pidió permiso para sentarse a mi
lado y como queriendo levantarme el animo me comento: - “Cuando no estoy del
todo bien, trato de recordar cosas bonitas o de aferrarme a algo muy Mío, de
esa manera se me pasa "le sonreí agradecida por su intento de alegrarme un
poco y le respondí que por mas que el lugar fuera hermosísimo, a mi se me
hacia muy difícil pensar en algo lindo en ese lugar y que no tenia nada Mio
para aferrarme allí” a lo que el tomó un puñado de turba con su mano, abrió
la mía, puso la turba en mi mano y me hizo cerrarla diciéndome “Eso es
tuyo, o no es la razón por la que estas acá? "no hicieron falta mas
palabras, por fin estábamos hablando el mismo idioma.

Se hacia tarde, ya era hora de volver a armar el equipaje para regresar a
Buenos Aires, asi que emprendimos la vuelta a la base, pero de pronto, algo me
detuvo, nunca supe bien que, pero algo me decía que debía hacer algo antes de
irme. De los centenares de pozos que había en el camino solo me detuve frente
a uno, era ese, no otro. Después de discutir con Libstone logre que me dejara
entrar, buscaba entre el barro no sabia que, pero buscaba sin parar. Y lo
encontré, encontré un casco todo embarrado y tras un trato con Libstone y su
incondicional amabilidad, aun jugándose su carrera me permitió llevármelo a
la base, por supuesto sin que nadie lo supiera, nos encerramos en el
baño, lavamos el casco y en su interior, en el endocasco tenia grabado a
cuchillo o vaya Dios a saber con que elemento punzante el nombre del soldado
al cual había pertenecido y durante 24 años había estado ahí abajo esperando
a su dueño inútilmente. Llame a Buenos Aires, en el casco también figuraba el
nombre de su unidad, me dijeron que figuraba en la lista de caídos en
combate. El casco llego a Buenos Aires en abril del 2006, gracias a Libstone.

Ricardo Mario Gurrieri, murió a los 19 años de edad, un 25 de mayo al medio
día, el día de la Patria, al ser alcanzado por una esquirla de una mina de 500
libras con espoleta a retardo. En sus cartas manifestaba estar orgulloso y
feliz de estar alla,defendiendo su tierra, su bandera. La ultima carta la
escribió una hora antes de morir, su post data decía: -“Mamy no te preocupes
por mi, yo voy a estar bien y te prometo que pase lo que pase algún día, de
algún modo voy a volver”

El casco hoy esta sobre su cama,en su casa, con su mama.

Ricardo Gurrieri padre, fue veterano de la segunda guerra mundial bajo las
ordenes de Rommel. Estuvo como prisionero de guerra en manos
británicas, soporto todo tipo de torturas y 5 simulacros de fusilamiento.
Cuando la guerra culmino vino a la Argentina , como tantos otros
inmigrantes, en busca de un hogar en paz para poder formar su familia y nunca
mas tener que pasar por el horror de la guerra. Paradójicamente el destino
quiso que la guerra se llevara a su hijo menor, a manos del mismo enemigo que
el burlara 43 años atrás. escribió un libro contando su historia llamado
“Del Africa a las Malvinas”. Construyo de su bolsillo el monumento a los
caídos en Malvinas de la ciudad de Mar del Plata y una vez inaugurado
falleció.

Tras tres años de burocracia y perseverancia desde el día de mi vuelta de
las islas, logre que el gobierno volviera a subvencionar los viajes a
Malvinas para los familiares de nuestros héroes, y que el gobierno autónomo
de las islas otorgara un permiso especial para que en el año 2007 el
rompehielos ARA Almirante Irizar puediera ingresar al territorio marítimo
isleño para poder retirar de Puerto Argentino muchos de los resabios de
guerra que allí se encuentran,con el objeto de repatriarlos y que fueran
expuestos en Buenos Aires,pero tal logro fue tomado con total y absoluta
indiferencia por el Almirante Godoy, Jefe de Estado Mayor de la Armada, quien
se negó a dar la orden al rompehielos para que se desviara a las islas
Malvinas durante su vuelta de la campaña antártica.

Hoy, ya cumplida mi misión de poder ayudar a los familiares de los caídos en
la gesta para que pudieran viajar a visitar sus tumbas, solo me resta seguir
difundiendo la verdad sobre nuestra historia, y que esta parte tan importante
de nuestra historia contemporánea no siga siendo pisoteada por ideologías
erradas, que no solo no son constructivas para la nación sino que hacen de un
acto netamente heroico y necesario un hecho aberrante, el cual en vez de
inspirar orgullo solo inspira lastima y siembra rencores. Malvinas,no fue
una locura que se le ocurrió una noche a un loco borracho,Malvinas fue,es y
sera siempre una causa justa,la cual fue defendida de la manera mas
extraordinaria y admirable,decir lo contrario es faltarle el respeto a las
649 almas que quedaron allí en pos de esa causa justa.

Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su misma historia, y si esa
memoria no está completa o esta tergiversada entonces ese pueblo solo va a
generar herederos del odio, generación tras generación.